Piedad para la máscara

viernes, 3 de septiembre de 2010

¿En qué silla sentarla,
llevarla de qué mano,
decirle qué palabras?
(Las que puedan posarse en su cerebro,
grávidas y precisas,
palabras que cual ecos no reboten).

Acelerar podríamos un poco
esos granos amargos
en su reloj de arena
y levantar su párpado lloroso
y soplarle la brizna que lo hiere.

O volver hacia atrás,

hacia la infancia,
por ver si acaso sabe de otra senda,
si escucha otras palabras.
Las que al alba se abran
luminosas y broten como flores
-agazapado abril en su memoria-
y alegren hoy su párpado.