Memoria de la sombra: una biblia de la naturaleza

sábado, 23 de abril de 2011

Memoria de la sombra


ABC Digital
Delfina Acosta


Ha publicado recientemente el poeta español Francisco Álvarez Velasco, un libro de gran categoría poética. El mismo tiene un nombre bastante sombrío, por así decirlo: Memoria de la sombra. La editorial que publicó pertenece a la colección abeZetario (poesía).

¿Se puede tener memoria de la sombra?
Yo sé que uno puede tener recuerdo de una noche grata, pasada frente al rostro, al cuerpo amado. Y se puede tener tantos recuerdos de la vida, que nos pasa, que transcurre, con sus luces parpadeantes, sus colores diurnos, sus noches y sus días estampados en la misma cara de la luna.
Francisco Álvarez Velasco es de escribir sin prisa.
El lector podrá darse cuenta que él no cae en el facilismo, que últimamente deteriora a la poesía.
Sus versos son fruto de un pensamiento, musical por cierto, que busca el ojo abierto de la belleza. No son fáciles sus líneas, pues llevan un mensaje interior que, a veces, tardíamente, maduran en el criterio de quien lee su obra.
La naturaleza está presente en su libro. Esa naturaleza que hace referencia a la gracia, a la belleza oculta que hay en los árboles, en los bosques, en el agua, y que los ojos profanos no pueden ver.
En una ocasión le había preguntado a Francisco Álvarez Velasco cuál era su poeta predilecto. Me dio algunos nombres. Y recordó con especial interés al gran Antonio Machado.
Igual que la obra del poeta sevillano, su poesía respira y transpira melancolía, nostalgia. Hay como un rumor de una existencia que fue de antes, de muy antes, de cuando la vida rendía culto a la naturaleza. Todo el pasado de la naturaleza que le tocó presenciar, y amar, y perder, está presente en este libro que es compacto, único y dueño de mucha sobriedad.
Este libro es, sin dudas, un clásico. Una biblia de la naturaleza.

BREVE RESEÑA BIOGRÁFICA


DEL AUTOR: Francisco Álvarez Velasco (Cimares del Tejar - León, 1940) ha sido profesor de Literatura en Institutos de Bachillerto de Ocaña, Tarancón y, durante veinticinco años, en el Real Instituto Jovellanos de Gijón, ciudad donde reside. Tiene varios poemarios publicados. Es creador y editor de www.portaldepoesia.com
Poemas suyos han sido traducidos al portugués y francés; Fa Claes ha traducido al holandés La hiedra del silencio (De klimop van de stilte, 2005) y Las aguas silenciosas (Het stille water, 2009).
Es columnista del diario El comercio (Premio de la Crítica de Asturias de columnismo literario, 2007).


Un paraíso de soledad sonora

domingo, 17 de abril de 2011
En lo más escondido de Asturias, un paraíso de soledad sonora
en la mirada de Francisco Álvarez Velasco

Javier Sicilia: palabras contra la muerte

viernes, 15 de abril de 2011

El Comercio Digital. Edición Impresa

OPINIÓN ARTICULOS

Los gritos en el cielo del poeta mexicano son puñetazos de silencio
No son tiempos buenos para la poesía los que transcurren en México. En el poema de Brecht, los tiempos eran malos para la lírica porque sólo había amor para el afortunado, de discurso agradable y rostro bello. El poeta, en cambio, prefería cantar a la campesina que a sus cuarenta años ya andaba encorvada, pero lo hacía sin rima puesto que «En mi canción una rima -decía- casi me resultaría una insolencia». Y más que malos, los tiempos son imposibles para la poesía de Javier Sicilia, plantado estos días en el zócalo de Cuernavaca frente al Palacio de Gobierno de Morelos para exigir justicia. Él ha ido mucho más allá que el poeta alemán, hasta proclamar que ya no escribirá poesía al mismo tiempo que dejaba en su último poema toda una poética del silencio: «El mundo ya no es mundo de la palabra. / Nos la ahogaron adentro / como te asfixiaron, como te desgarraron a ti los pulmones. / Y el dolor no se me aparta, sólo tengo al mundo / por el silencio de los justos. / Sólo por tu silencio y por silencio, Juanelo». Juanelo es su hijo Juan Francisco, que fue encontrado muerto y atado de pies y manos en el interior de una furgoneta, junto a otros seis.
La pregunta tantas veces repetida de para qué sirve la poesía parece reclamar hoy respuestas urgentes. Javier Sicilia, desde su rabia y dolor personal por la muerte del hijo, pero también desde un profundo humanismo solidario y fraternal con todos los golpeados por los asesinos, se pone al lado de Theodor W. Adorno -«Después de Auschwitz no se puede escribir poesía»-. El 'Auschwitz' mexicano de estos tiempos son los 35.000 muertos desde que se inició la guerra contra el narcotráfico. Aparentemente, el poeta mexicano no coincide con Gabriel Celaya en la necesidad de la poesía como el pan de cada día, aunque, porque estamos tocando el fondo de la razón de ser humanos, vienen a decir en realidad lo mismo: «nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno. (.) Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos». Y lo mismo que proclamaba otro vasco, Blas de Otero: «Escribo como escupo. Contra el suelo / (Oh esos poetas cursis, con sordina, / hijos de sus papás) y contra el cielo».
El poeta Javier Sicilia por ahora ha optado por abandonar la poesía y ha bajado al territorio de la prosa para caminar hacia el horizonte de la utopía. Sus gritos en el cielo (si es que la poesía es cosa de los cielos) son puñetazos de silencio. Pero se equivoca cuando dice que el mundo ya no es mundo de la palabra. Él mismo lo desmiente con sus palabras de estos días, que ahora son otras, pura prosa, sin retórica, pero vivas y de todos, palabras de libertad y de vida: «No más sangre», «Ni un muerto más», «No más guerra»... «¡Los mexicanos estamos hasta la madre!».

Fuente: ElComercio.es